No se puede ser un buen coach sin una buena y sólida formación que para ejercer de coach y realizar un buen coaching se precisa, para ello por ejemplo realizar un curso coaching Barcelona resulta sumamente adecuado.
Son muchas las personas que cometen el error de pensar que (banalizando los servicios de coaching) se piensan capacitados sin ningún tipo de formación para desarrollar los servicios de coaching, algo que sin duda a ello ha contribuido lamentablemente una mala regulación legislativa del sector, sin darse cuenta del daño que hacen al mismo sector y que pueden producir en sus clientes.
Un buen coach es aquel coach bien formado por su coach, es decir, por aquel formador, aquel coach al que le ha enseñado todas las técnicas, metodología, sistemas y procesos que después éste deberá plasmar y desplegar ante sus clientes. Y eso es lo que conseguirás en el curso de coaching que realices.
Destacar cabe que los cursos de coaching además de la función de formar deben, o deberían, tener la función de cribar la entrada al sector y en cierta medida de controlarla, pues de ello depende, o debería lograr en gran medida que el sector del coaching sea un sector sano y transparente. Pero más allá de todas estas funciones digamos regulatorias la función del coach del coach está clara: enseñarle al coach a ser lo que quiere ser, un buen coach.
Un coach que se siente delante del cliente a escuchar más que a hablar, un coach que delante del cliente transmita sinceridad y que establezca una relación de plena confianza y de contrato mutuo con el cliente, un coach que sepa diferenciar entre lo que es su función y lo que es extralimitarse en otras funciones por ejemplo terapéuticas que no le corresponden, y sobre, sobre todo, a enseñarle al coach a no querer dar respuestas, sino a fabricar las preguntas para que el cliente se cocine y encuentre sus respuestas propias.