Si cuando su matrimonio está en problemas usted acude a un abogado, éste probablemente pondrá manos a la obra e iniciará el procedimiento de divorcio y mientras más rápido lo logre, mejor. Pero si antes, acude a un terapeuta, éste le invitará a usted y a su cónyuge a transitar el camino de la terapia de pareja.
Los problemas son naturales en toda familia, pareja, entre amigos y en fin, entre los humanos. El conflicto es una consecuencia natural de nuestra libertad de pensamiento, expresión y desenvolvimiento de la personalidad.
Por tanto, al mirar la vida de forma diferente, opinaremos distinto y así mismo serán nuestras acciones. Esto genera conflicto y la falta de atención adecuada a este tipo de situaciones es lo que en definitiva enfría el amor entre los esposos y hace imposible la vida en común.
Saber lidiar con estas diferencias y orientarlas al cumplimento de los objetivos individuales y comunes, es el gran reto de toda pareja y a lo que se enfrenta cada terapeuta que decide iniciar con ellos un camino de restauración de la relación conyugal.
No todos los problemas de pareja son iguales, como tampoco lo es el grado de dificultad que representa su debida atención. Sin embargo, aunque parezca que no hay más alternativa que el divorcio, los cursos Bilbao y las terapias para parejas siempre serán una alternativa recomendada.
Hay casos en que la separación puede resultar ser la recomendación del terapeuta, pero inclusive para llegar a esta conclusión es importante cumplir con la terapia.
También es para novios y recién casados
Un error común es relacionar la terapia de parejas únicamente con los esposos o creer que esta es válida como último recurso.
Pero nada mejor que tener todos los consejos, técnicas y experiencia que aportan estas terapias, bien durante el noviazgo o apenas inicia la vida conyugal. No dudo que si las parejas jóvenes optaran por fortalecer su relación a través de la ayuda de un profesional, la tasa de divorcios sería muy inferior en la actualidad.
De hecho, las estadísticas reflejan que en los matrimonios jóvenes es donde existe el mayor índice de divorcios. Actualmente la gran mayoría de las personas entre 25 y 35 años de edad se ha divorciado, al menos, una vez y esto es el mejor indicativo de que vale la pena dejarse guiar durante el principio de la relación y alcanzar la madurez conyugal con ayuda de un experto.
No esperemos a que la convivencia se torne imposible para buscar ayuda; y si por ser pacientes hemos querido optar por otras alternativas, no escojamos la separación sin antes intentar reavivar el fuego del amor a través de las terapias, cursos y talleres para parejas.